Presidente del Movimento Bem Maior, cuya misión es promover la filantropía en Brasil y duplicar la capacidad de donación del PIB de Brasil en diez años
Presidente del Movimento Bem Maior, cuya misión es promover la filantropía en Brasil y duplicar la capacidad de donación del PIB de Brasil en diez años
Vivimos en el quinto país más grande del mundo, con una superficie de más de 8,5 millones de kilómetros cuadrados y una población que supera los 213 millones de habitantes, según estimaciones del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Hay varias realidades socioeconómicas que requieren acciones específicas.
Buscar en cada rincón de este país ayudar a las personas en situación de vulnerabilidad es un verdadero desafío, especialmente en promover acciones que traspasen los límites del eje urbano de las principales capitales y lleguen a quienes más lo necesitan. El ingreso promedio per cápita de los hogares en Brasil, en 2019, fue de R$ 1.406. Mientras que las regiones Norte y Nordeste tuvieron un promedio de R$ 872 y R$ 884, respectivamente, en el Sur (R$ 1.701) y Sudeste (R$ 1.720) ese valor fue casi el doble.
Las dificultades también aparecen cuando nos fijamos en los servicios esenciales. El Ranking de Saneamiento Básico 2019 del Instituto Trata Brasil muestra que alrededor de 35 millones de brasileños no tienen agua tratada y casi la mitad (47,6%) no tiene recolección de aguas residuales, lo que suma un total de 100 millones de personas. Una gran parte de la población está expuesta a enfermedades y sólo se trata el 46% de las aguas residuales.
Para que la filantropía abarque a la población más vulnerable en los más de 5.500 municipios de Brasil, es necesario dar relevancia a actores que son esenciales en esta trayectoria: las organizaciones sociales, especialmente aquellas que trabajan directamente desde la base. La ayuda debe llegar a todos en todas partes, ya sea a la población necesitada que vive marginada en las grandes ciudades o en zonas rurales distantes.
¿Cuáles son las principales necesidades en estas diferentes situaciones? ¿Qué iniciativas pueden tener éxito y ayudar al mayor número de personas de manera eficiente? ¿Cuántos necesitan cuánta ayuda? Estas son algunas de las preguntas a las que debemos buscar respuestas, que sólo serán posibles con personas que trabajan en los territorios, en las comunidades, que conocen las dificultades reales, más urgentes, que son representantes legítimos de las demandas. Son estos agentes sociales quienes son capaces de identificar las principales áreas de atención y evaluar las intervenciones necesarias para transformar la vida de las personas de su región.
Cuando las iniciativas filantrópicas no tienen en cuenta estas realidades, "a menudo" se determinan a través de una perspectiva "extranjera", de quienes desconocen los matices de ese paisaje, desconocen la cultura local con todas sus implicaciones. Las posibilidades de llegar a buenas soluciones disminuyen y también existe el riesgo de realizar acciones equivocadas, que además de no resolver los problemas en cuestión, provocan otros.
Un modelo muy interesante es aquel que crea una red a través de la formación de alianzas entre coinversores y organizaciones que tienen su sede en el territorio y tienen representación legítima allí. Nadie es mejor que la persona que vive la vida cotidiana para señalar cómo utilizar los recursos de manera más eficiente y lograr más beneficios, pues también estará allí conviviendo con sus pares y buscando los mismos resultados. norte
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