Dicen que los guerreros nacen cuando afrontan una batalla. Cuando afrontamos los retos de estos dos últimos años, que fueron tan grandes, también pudimos conocer, como tercer sector, todo nuestro tamaño y capacidad. ¡Éramos guerreros con el coraje y la resiliencia para enfrentar las exigencias!
Las tasas de desempleo, hambre y personas en situación de pobreza han aumentado. Era necesario buscar nuevos caminos para estar a la altura. La buena noticia es que descubrimos, en medio de esta gran batalla, que es posible salir adelante. Las dificultades que vivimos durante la pandemia también fueron una fuente de aprendizaje, brindando oportunidades para promover la transformación.
A finales de 2020 e incluso principios de 2021 estábamos llenos de incertidumbre sobre el presente y el futuro. Una nueva ola de Covid-19 era una amenaza segura, el número de hospitalizaciones y muertes crecía y la vacunación masiva era un sueño lejano.
Llegamos al final de este año con una esperanza que parecía imposible, con gran parte de la población vacunada, algunos incluso con la tercera dosis. Era una realidad impensable que se hizo realidad gracias a la unión de esfuerzos por este bien común junto con acciones estratégicamente coordinadas.
Está demostrado que cuando hacemos las cosas de forma colaborativa, encontramos soluciones a los desafíos, ya sean locales o globales. La pandemia nos mostró lo que es posible lograr cuando hay alineación de deseos y propósitos en la lucha por objetivos comunes.
Aprendimos que debemos mantener conectadas a las personas que conocen las necesidades reales con aquellas que tienen el poder de realizar los cambios necesarios. Unir estos dos mundos para garantizar un mejor uso de los recursos públicos y privados en beneficio de la sociedad, impulsando planes para reducir las desigualdades.
Gracias a los esfuerzos conjuntos, estamos recuperando un activo valioso: la libertad. Tenemos un año electoral en 2022, un período que suele traer incertidumbre por los cambios, pero eso no significa que debamos estar paralizados. Al contrario: debemos trabajar aún más duro para defender los derechos democráticos y la justicia social, seguir observando las necesidades medioambientales, mejorando la educación, combatiendo el hambre, el desempleo y la pobreza.
Los obstáculos que nuestro país sigue enfrentando son grandes. Crecimos en la adversidad y vimos una amplia gama de posibilidades laborales, calificaciones y conciencia. Formamos alianzas, nos acercamos a muchos pares y obtuvimos una visión más amplia del trabajo relevante que podemos desarrollar en todo el país en las áreas en las que operamos.
El tercer sector, como colectivo, tuvo logros fundamentales, volviéndose más consciente y con gente más comprometida. Todos salimos más fuertes, con valores que quedaron muy latentes, de apoyar a los demás, de no dejar a nadie atrás, de la riqueza de la vida. Avanzamos con más confianza cuando vemos que con conciencia y protagonismo podemos continuar, colaborativamente, impulsando las transformaciones que nuestro país realmente necesita.
¡Que en 2022 sigamos ejerciendo la filantropía en su esencia, de compartir amor, para que tengamos un nuevo año lleno de buenas noticias!
Este artículo fue publicado originalmente en la web del diario O Povo .